El globo había llegado a manos de todos bastante inflado. El rey proscrito, la ambiciosa apuesta de Netflix en el campo del cine épico había venido generando interesantes comentarios desde que viese la luz su sensacional primer tráiler. De hecho, a todos nos iba embriagando la cinta, ya que se trataba de uno de esos géneros que siempre están de moda. Hasta el espíritu de Braveheart llegábamos a ver.
Efectivamente, nos pasamos un poco de entusiastas. De hecho, nos pasamos tres pueblos. El rey proscrito se plantaba en el pasado Festival de Toronto con la intención de encandilar a los presentes, pero pronto se confirmaba el chasco. Efectivamente, El rey proscrito se llevaba sopapos a dos manos. Y es que todo el mundo coincidía en que la cinta de Chris Pine y Aaron Tylor-Johnson era poco más que una excusa para formar unas cuantas batallas. Poco más que eso.
¿De qué va El rey proscrito? Es la historia jamás contada de Roberto I Bruce, que en un año extraordinario pasó de ser un noble derrotado a un rey reticente, hasta convertirse en un héroe fugitivo. Obligado a entrar en batalla para salvar a su familia, su gente y su país de la tiránica ocupación inglesa, Roberto se apodera de la corona de la Escocia medieval y lidera a un grupo de hombres insurgentes para enfrentar la ira del ejército más fuerte del mundo conducido por el despiadado rey Eduardo I y su débil hijo, el príncipe de Gales.