Hay veces que, pese a una gestión inteligente de tu carrera, parece que la fortuna no está de tu parte. Pese a tener solo 24 años, lo cierto es que a Cara Delevingne ya le ha dado tiempo a vivir una vida realmente intensa. Lleva años desfilando para firmas tan prestigiosas como Dolce & Gabbana, Óscar de la Renta o Moschino, lo que la convertía en una de las modelos más prestigiosas del planeta. De hecho, su nombre es sinónimo de contratos millonarios cada vez que una de las grandes marcas que se pelean por ella consiguen convertirla en su imagen.
Si embargo, según ella, todos estos trabajos los afrontaba con el firme objetivo de llegar a ser una estrella del cine, lo que parecía llevar bien encaminado con sus primeros acercamientos a la industria. Ciudades de Papel y Escuadrón Suicida prometían alegrías varias para Delevingne, pero ambas cintas se quedaban lejos de lo esperado. Pese a sus relativos éxitos económicos, Ciudades de papel distaba mucho de convertirse en el fenómeno que apuntaba. Lo mismo ocurría con una Escuadrón Suicida que terminaba por resultar un auténtico desastre creativo. Para esas alturas, su salto a las superproducciones con la horrible Pan (Viaje a Nunca Jamás) ya se había saldado como un auténtico varapalo económico (como película también era horripilante).
Así las cosas, Valerian y la ciudad de los mil planetas apuntaba a convertirse en su gran oportunidad. El proyecto más ambicioso de un tipo tan infalible como Luc Besson se plantaba en taquilla el pasado año, pero pronto quedaba claro que el proyecto tenía serios problemas. Pese a que en esta ocasión no se producía el habitual caos creativo, lo cierto es que la película se convertía en un sonoro fracaso.
Visto lo visto, esperamos que el buen tino que siempre ha tenido en otros sectores acompañe a Cara Delevingne en otros sectores. De lo contrario, su carrera cinematográfica tiene mala pinta.