Cuando el nombre de Jim Carrey figura en los títulos de crédito de una cinta, automáticamente la seriedad y percepción de calidad de la obra se desploma. Gran error. Tras esa ensalada de muecas, se oculta un gran intérprete que, para más inri se embarca en proyectos con brillantes directores como son Peter Weir y Michael Gondry.
En el caso de El show de Truman, nos encontramos con una feroz crítica al mundo de los realities y a la pérdida progresiva de la intimidad, con un protagonista que siempre ha vivido sin saberlo en un plató gigante y con una vida retransmitida en directo desde el día de su nacimiento. Un guión redondo, un director asombroso y unos actores en estado de gracia para una obra que trae a la industria lo que más necesita: originalidad.
Si de “originalidad” hablamos al referirnos a El show de Truman, no podemos encontrar mejor término para referirnos a Olvídate de mí. Tomando como base el libreto del magnífico Charlie Kaufman, Gondry tira de ese estilo tan fresco que le caracteriza para construir una agridulce historia sobre el mundo del subconsciente. No se empeñen en que es confusa. Lo que pasa es que es diferente, honesta y, sobre todo hermosa.
Precisamente el tándem Jim Carrey-Michael Gondry es el responsable de la serie Kidding, esa joya televisiva que nos ha devuelto la mejor versión del actor. Grande Jim.