Se está llevando un palo descomunal por parte de la taquilla de todo el mundo, pero eso no siempre es sintomático de que sea una cinta mala. De hecho, en el caso de Overlord es todo lo contrario. La verdad es que cuando conocimos que J.J. Abrams produciría una cinta de zombis nazis, la idea nos sonó de lo más loca, pero tampoco demasiado sugerente. Sin embargo, pocos minutos de película hacen falta para darse cuenta de que estamos ante una joya.
Poco antes del Día D, un grupo de paracaidistas americanos se enfrenta a la importante misión de dejarse caer al otro lado de las líneas enemigas para desarrollar una misión que se antoja crucial de cara al éxito del ejército Aliado. Lo que tienen que hacer es destruir una torre de comunicaciones situada en una aldea francesa tomada por los nazis, pero pronto descubren que las tropas alemanas están desarrollando experimentos realmente terribles en la aldea francesa a la que se dirigen.
Se presentaba como una gamberrada y lo cierto es que lo es, pero la lista de virtudes de Overlord es inmensa. La película resulta ser un ejercicio cinematográfico de una pulcritud formal realmente asombrosa. La tensión y la puesta en escena hacen de Overlord una auténtica joya. De esos ejercicios cinematográficos que hacen sudar y disfrutar a partes iguales.
No digáis que no os avisamos: Overlord es una de las sorpresas más gratas del año. Desgraciadamente se está escapando de los cines sin que se le preste la debida atención.