Puede que no sea la película a la que se le dediquen la mayoría de especiales a la hora de recordar el 2018 cinematográfico, pero sería insensato no gritar en silencio lo magnífica que es Un lugar tranquilo. De hecho, en estos tiempos en los que la originalidad vive en la clandestinidad, las razones para reivindicar el sensacional filme de John Krasinski se multiplican.
Mucho se había hablado del filme de John Krasinski . Un año atrás se especulaba con lo que podría estar guisándonos. Todo lo que rodeaba a ese “lugar tranquilo” tenía algo de seductor. Pero bajo ninguna circunstancia habríamos imaginado que lo que se traía entre manos el encantador actor de The Office fuese de tal potencia. Porque Un lugar tranquilo es una cinta de silencios. Casi muda. Cualquier ruido puede atraer a unas extrañas criaturas ávidas de sangre y cuyo sentido de la audición está desarrollado al extremo. Maniobra gloriosa por parte del director, ya que nunca nos habíamos enfrentado con una amenaza tan constantemente presente. Y es que todo acto rutinario en la vida de esta aislada familia es susceptible de desatar el pánico.
Así transcurre una película en la que un sonido atronador va minando nuestro ánimo: el del latir de nuestro propio corazón. Hay un riesgo evidente en la puesta en escena que muta en la gran virtud del filme. De hecho, dos tercios de Un lugar tranquilo son para tirarse de los pelos ante la tensión generada. Sin embargo, no convendría que tales detalles nos despisten como para pasar por alto otros elementos dignos de aplauso. Un lugar tranquilo es emotiva y no duda en lanzar un poderoso mensaje de denuncia de estos tiempos en los que hablar se ha convertido en un riesgo. Por si no fuese suficiente, tiene a Emily Blunt, una actriz en constante estado de gracia.
Nunca es fácil estar a la altura de las expectativas, pero Un lugar tranquilo conseguía incluso llevarse por delante las de los cinéfilos más optimistas. Pocas cintas más audaces que esta se pueden ver últimamente.