Eran tantos los buenos comentarios que ya habíamos dado por hecho que sería un peliculón. Presente en todos los premios antesala de los Oscar y con media docena de nominaciones a los Globos de Oro, Vice (El vicio del poder) apuntaba maneras. La sátira política de Adam McKay se enfrentaba a su puesta de largo con inconfundible aroma a cinta de esas que encandilan a la crítica, pero nada más lejos de la realidad.
Vice ya está en las carteleras americanas, pero la prensa especializada no la ha recibido con buena cara. Un 65% de valoraciones positivas en Rotten Tomatoes ha sido el decepcionante balance de una película que, sin embargo, parece mantener intactas sus opciones de cara al Oscar. Puede que su curioso argumento sea la clave de esa simpatía. Una historia de lo más adecuada en estos tiempos que corren.
Vice nos acerca a la historia real sobre cómo Dick Cheney (Christian Bale), un callado burócrata de Washington, acabó convirtiéndose en el hombre más poderoso del mundo como vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush, con consecuencias en su país y el resto del mundo que aún se dejan sentir hoy en día.