Vale que no es la leche, pero máquinas mortales tampoco es infamia de ninguna clase. El filme producido y escrito por Peter Jackson se había convertido en uno de los más esperados del pasado año. Sin embargo, no ha habido noticia buena de ninguna clase alrededor del proyecto. La cosa ya empezaba mal con la nefasta valoración de la crítica, pero todo ha ido a peor desde su estreno en cines.
La friolera de 100 millones de dólares costaba Máquinas mortales. A ello había que unir otro tanto en distribución y publicidad. Sin embargo, con una vida comercial casi agotada, la película ni llega a los 70 millones de dólares recaudados en todo el planeta. ¿En qué se traduce esto? En uno de los mayores desastres económicos de la historia del cine.
¿De qué va Máquinas mortales? Miles de años después de la destrucción de la civilización por un cataclismo, la humanidad se ha adaptado y, ahora, existen gigantescas ciudades en movimiento que vagan por la tierra sobre enormes ruedas absorbiendo a los pueblos más pequeños para obtener recursos. En una de esas colosales urbes Tom Natsworthy (Robert Sheehan), proveniente de la clase baja de Londres, deberá luchar por su vida junto a la peligrosa fugitiva Hester Shaw (Hera Hilmar). Dos opuestos, cuyos caminos nunca debieron cruzarse, forman una peculiar alianza destinada a cambiar el curso del futuro.
Si no se ha leido el libro es una película aceptable, nada brillante, pero entretiene. Si se ha leido el libro, es un fristro de la pradera como una casa, porque han destrozado el libro completamente.