Como cada año al terminar la gala de los Oscar, empiezan a asomar la cabeza los que se muestran a favor de las elecciones de la Academia y los más críticos con las mismas. Obviamente, nosotros no vamos a ser la excepción. Nunca llueve a gusto de todos y, en nuestro caso, tenemos una gran objeción que poner a uno de los premios principales.
Bohemian Rhapsody es una película con cierto interés. Sin embargo, el escaso riesgo y el “blanqueamiento” de la historia Queen daban como resultado un filme del montón, solo salvado por la descomunal música del grupo. En medio de todo, Rami Malek se marca un papel digno de mención como Freddie Mercury, pero inferior al de sus cuatro compañeros de nominación en la gala de los Oscar.
Viggo Mortensen se marcaba en Green Book un trabajo de los que se recuerdan durante muchos años. Tres cuartos de lo mismo se puede decir de la barbaridad de Bradley Cooper en Ha Nacido una estrella. Sin lugar a dudas, el mejor trabajo de su carrera. ¿Y Christian Bale? ¿Cada cuánto se ve una interpretación como la suya en El vicio del poder? Mientras tanto, lo de Willem Dafoe dando vida a Van Gogh deja sin palabras.
Rami Malek es un actor sensacional y en Bohemian Rhapsody lo clava, pero un guión demasiado carente de riesgos se quedaba corto para que pudiese sacarle todo el jugo a Mercury y alcanzar el nivel de sus compañeros de nominación. Parece que la Academia quiso premiar con uno de los galardones “gordos” a un filme que se convertía en uno de los mayores fenómenos de los últimos tiempos. Mal terreno para hacerlo.