La cosa se nos está yendo de las manos. En Hollywood están empeñados en sembrar las carteleras de remakes, secuelas reboots y similares. el afán por rentabilizar la nostalgia del espectadores ha encontrado con momentos tan agradables como los vividos en las sagas de Jurassic Worl o Star Wars. Pero a las puertas de la llegada de la gran remesa de revisiones, un caso ha puesto de manifiesto que, de no tener buena mano, la cosa puede acabar en desastre.
Point Break se hacía llamar. La cinta no era más que una especie de remake de Le llaman Bodhi. Allá por 1991, Kathryn Bigelow reclutaba a Keanu Reeves y Patrick Swayze para filmar una de las películas de acción más emblemáticas de la década. Tan entretenida como encantadora, Le llaman Bodhi se convertía en obra de culto, lo que animaba a una suerte de remake con menos de 25 años de diferencia respecto a la cinta original.
El resultado no podría haber sido más desastroso. Por si no fuese suficiente con cargarse el espíritu original de Le llaman Bodhi, ese desastre titulado Point Break decidía apostar por un batiburrillo de escenas de acción y adrenalina desmedida. Desordenada y aburrida, el público le daba la espalda a una película también masacrada por la crítica. A esto hay que añadir el hecho de que su contador de dólares terminaba sin alcanzar los 115 millones de recaudación. Teniendo en cuenta que el presupuesto del filme se disparaba hasta los 105 millones y el hecho de que su campaña promocional se llevaba otros 30, el balance final de Point Break arrojaba un saldo bastante negativo.
Así las cosas, le recomendamos encarecidamente a cualquiera que se disponga a realizar la revisión de un clásico, el visionado de Point Break. Ahí encontrarán todo lo que no deben hacer, ya que podríamos estar ante el peor remake de los últimos años.