Mundo Indie: “Pequeña Miss Sunshine”

Cuando se mantiene una relación tan profunda con el mundo del cine, no se tarda en llegar a una clara conclusión: La grandeza reside en los lugares menos esperados. Cualquiera con dos dedos frente sabe que la encontrará en los apartamentos de Billy Wilder, en los verdugos de Berlanga o en los limpiabotas de Vittorio de Sica, pero el cine no acaba ahí. Solo empieza. La grandeza puede aparecer en una familia normal de clase media, en una niña de siete años o en una desvencijada furgoneta amarilla. Solo hay que tener ojos para ser capaz de verlo. El cine es una vasta extensión de tierra boscosa donde los majestuosos árboles y los manantiales pueden apreciarse a simple vista, pero si rebuscan entre los matorrales podrán encontrar hermosas flores que solo están esperando a ser descubiertas. La misión que hoy se ha marcado el aquí firmante es ahorrarles el trabajo de tener que buscar. No hace falta que se esfuercen. Se llama “Pequeña Miss Sunshine” y es tan sencilla, como conmovedora.

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“Pequeña Miss Sunshine” gira alrededor de una familia, pero no una familia como la de “La casa de la pradera”. Esta es de las de verdad. De esas plagadas de imperfecciones. De esas que sufren, que discuten y que fracasan una vez tras otra. De la pluma del guionista Michael Arndt (ganador del Premio de la Academia por este libreto) salen media docena de entrañables personajes con decenas de cargas y temores a sus espaldas. Un abuelo (Alan Arkin) irreverente y cocainómano, un padre (Greg Kinnear) obsesionado con el éxito y fracasado, una madre (Toni Collete) que trata de poner cordura pese a estar sobrepasada por todo, un tío gay (Steve Carell) en plena recuperación tras un intento de suicidio, un hijo (Paul Dano) lector de Nietzsche y que guarda un estricto mutismo y la pequeña Olive (Abigail Breslin), una inocente niña de siete años empeñada en participar en un concurso de belleza infantil. Cada uno de los seis protagonistas de la cinta caminan por el mundo con tintes claramente cómicos, pero sería una torpeza quedarse en la superficie. Todos ellos son más de lo que parecen.

3Bajo ese tono amable que impregna una cinta que muchos considerarán un simple entretenimiento, lo que nos encontramos es un refinado retrato de la familia y del sueño americano. Desde el momento en que los protagonistas se embarcan en el periplo resulta evidente que caminan hacia el fracaso. El objetivo del certamen de belleza infantil “Pequeña Miss Sunshine” al que se dirigen es para niñas “de cera”. Es para artificiales señoritas de poco más de un metro, victimas de un mundo de apariencias. No es lugar para Olive. Ella es una niña normal y corriente de gafas enormes y a la que le gusta el chocolate por encima de todas las cosas. ¿Pero puede haber mayor honor que no ser honrado en lugares como el mencionado certamen? Lo que parece la crónica de una muerte anunciada para cada personaje en particular, y la familia en general se convierte en una experiencia trascendente para todos ellos. No es el crudo retrato de la sociedad americana de “American Beauty”, pero no se piensen que dista mucho de ello. El envoltorio es más humilde y en muchas ocasiones divertido, pero lo que hay debajo es un manjar exquisito.

5Los debutantes Jonathan Dayton y Valerie Faris afrontan la puesta en escena con una habilidad y pulso narrativo propia de quien se enfrenta al cine con infinita relajación y cariño por la cámara, de ahí que el resultado sea un centenar de minutos para el recuerdo. ¿Qué buscan? Disfrutar haciendo cine y hacernos disfrutar ¿Qué consiguen? Nuestro amor eterno.

Respiren ustedes. Aprovechen para llenar sus pulmones de aire fresco. Esto alarga la vida. Agradable, divertida, cruda y sofisticada, “Pequeña Miss Sunshine” hace sentirse a uno agradecido al séptimo arte por darnos tanto a cambio de tan poco. Maravillosa.   

 

http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=PBraHI5DwJ0

 

Héctor Fernández Cachón