En un futuro no muy lejano, un astronauta (Sam Rockwell) vive aislado durante tres años en una excavación minera de la Luna. Cuando su contrato está a punto de expirar, varios elementos de su entorno comienzan a preocuparle. Algo está extraño está ocurriendo en el lugar. De hecho, está a punto de descubrir un terrible secreto que hará temblar los cimientos de su propia existencia.
Con dos duros y una propuesta puramente independiente, Duncan Jones nos demostraba con Moon que su oportunidad en el cine se debe a algo más que a ser el hijo de David Bowie. El debut tras las cámaras del británico se convertía en una cinta austera en su forma, pero de compleja en su fondo. Y es que, antes de hacerse cargo de Warcraft, el bueno de Jones siempre había mostrado una querencia y habilidad especial para la ciencia ficción, lo que se ponía de manifiesto en la sublime cinta.
Moon es un auténtico disparo a la cabeza. Sam Rockwell se convierte en nuestro sensacional compañero de un viaje tan sencillo, como doloroso. Cita obligada para cualquier amante de la ciencia ficción.
Moon está muy bien. Pero tiene una importante pífia de script: Desde la cara oculta de la luna NUNCA se ve la tierra…