Como es normal en esta sección, aquí llega un filme capaz de despertar amor y odio a partes iguales. Efectivamente, antes o después tenía que llegar el momento de que Harmony Korine y Spring Breakers se dejasen caer por aquí. Una película que, allá por el año 2012, consiguió enfrentar a crítica y público. Dicho así, no parece tan extraño. Sin embargo, todo cambia si matizamos que los críticos se peleaban entre sí y los espectadores hacían lo propio entre ellos.
Cuatro jóvenes estudiantes con ganas de mucha juerga acaban en la cárcel, tras ser sorprendidas en una casa llena de drogas durante sus locas vacaciones escolares de primavera (Spring break). Pronto salen bajo fianza gracias a un joven traficante de armas y de drogas (James Franco) que ve en las chicas a unas potenciales delincuentes que podrían serle útiles.
Colores, exceso, música, sexualidad… Digan lo que digan muchos, nosotros no podemos hacer otra cosa que no sea ponernos de parte de Spring Breakers. Y es que este exceso cinematográfico no es otra cosa más que un retrato hiperbolizado de estos tiempos que vivimos. Lo que muchos tachan como un ejercicio cinematográfico vacío de sentido se nos antoja un fiel reflejo del mundo. Encima su puesta en escena es de las que no se olvidan. Amor incondicional a Spring Breakers.