Con semejante volumen de producción, normal que a veces las cosas salgan tan rematadamente mal. En Netflix no descansan con su tormenta de estrenos. En la plataforma de streaming están que no paran, pero no siempre los planes resultan según lo esperado. Eli es el mejor y más reciente ejemplo de ello.
Eli Miller es un niño que padece una enfermedad autoinmune. Como último recurso, se traslada con sus padres a una mansión libre de gérmenes para recibir tratamiento. Durante su estancia, le atormentan visiones terroríficas que otros consideran alucinaciones. Definitivamente, algo siniestro se esconde entre estas paredes.
Todo es un caos en Eli. La película nunca consigue aterrorizarnos como pretende, ya que no tardamos en sentirnos perdidos en medio de tan caótica narración. Poco encontramos que funcione en una película que, llegados al curioso giro final, ya ni nos permite paladear el as que se guarda en la manga. Nos ha perdido demasiado tiempo atrás como para que pueda resultar disfrutable. Eli dista mucho de ser la joya de terror que todos esperábamos.