Ha sido, sin lugar a dudas, una de las noticias más gratas de las nominaciones a los Oscar. Efectivamente, en la categoría de Mejor Película Animada, todas las quinielas apuntaban a Frozen 2 como la gran favorita. La cinta de animación más taquillera de la historia del cine parecía intratable, pero nuestra Klaus se la ha llevado por delante demostrando que se puede hacer una historia hermosa y visualmente arrolladora sin los presupuestos de Disney.
Un cartero es enviado a una ciudad congelada en el norte, donde descubre que Papá Noel está escondido. A Jesper , el peor estudiante de la academia postal, le destinan a Smeerensburg, una gélida isla más allá del Círculo Polar Ártico, donde sus conflictivos habitantes apenas intercambian palabras y, mucho menos, cartas. Jesper está a punto de rendirse cuando encuentra una aliada, Alva, la profesora del pueblo. También descubre a Klaus , un misterioso carpintero que vive aislado en una cabaña repleta de juguetes hechos a mano. Estas improbables amistades traerán la alegría de nuevo a Smeerensburg, y crearán un nuevo legado de vecinos generosos, leyendas mágicas y calcetines colgados con cariño en las chimeneas.
Esa es la historia de Klaus, una cinta arrebatadora en la composición de cada plano y en el diseño estético de cada entorno o personaje. Todo es mágico, sea esa magia en dimensión oscura o brillante. Y es que la lista de películas navideñas imprescindibles acaba de dar con una nueva e ilustre integrante para la lista. Sergio Pablos se ha coronado con esta auténtica maravilla.