Era una cosa inexplicable. Nuestro queridísimo Will Smith era el actor más rentable y querido de Hollywood. No había estreno con su cara que no se convirtiese en un éxito absoluto. Quince años reventando taquillas y acaparando premios, pero todo terminaba con Hancock. a partir de ahí, el averno.
Pese a alguna joya como La verdad duele, lo cierto es que las cintas del actor solían contarse por desastres. Algo que parece empezar a revertirse. Cierto es que Géminis se la pegaba a lo bruto, pero Aladdin y la reciente Bad Boys for Life han devuelto al actor a lo más alto. Además, el bueno de Will Smith venía de protagonizar Bright para Netflix, un filme que no era ninguna maravilla, pero que se convertía en uno de los productos más exitosos de la plataforma de streaming, hasta el punto de haber confirmado ya una segunda temporada.
Ahora solo queda esperar para ver si todo ha sido flor de un día o si realmente Will Smith seguirá camino de recuperar la mano con el gran público. King Richard, donde dará vida al padre de las hermanas Williams, promete ser su nueva prueba de fuego.