Hermoso retrato del amor paterno filial como pocos se han visto. Debra Granik lo volvía a hacer. Probablemente el nombre de la directora no os suene demasiado, pero conviene recordar que esta mujer es la responsable de una de las mejores cintas independientes de la última década: Winter´s Bone. Su mano para las pequeñas grandes historias es más que evidente, sobre todo si recordamos aquel glorioso debut con Down to the Bone (2004). En 2018 firmaba No dejes rastro, una película con alcanzaba la repercusión merecida y que ahora llega a Netflix para que podamos disfrutar a lo grande.
Un padre y su hija de 13 años viven una vida paradisíaca en un parque enorme de Portland, Oregon, hasta que un pequeño error complica sus vidas para siempre. Así se presenta una película protagonizada por el inmenso Ben Foster y en el que la pequeña Thomasin McKenzie se luce a lo grande.
Ocho años alejada de la ficción era demasiado para tan sensacional directora. Por suerte, No dejes rastro sirve para calmar el enorme apetito de su talento que siempre tenemos.
Hermosa película, casi sin diálogos, despojada, algo lenta pero bellísima.