Son los premios más importantes de la industria cinematográfica, pero no siempre los más justos. Cada año, los Oscar premian los trabajos más importantes del séptimo arte, lo que suele traducirse en que los actores más grandes de la historia terminan sus carreras con algún reconocimiento. Sin embargo, no faltan los casos en los que nos encontramos con auténticos patinazos. Se pasa por alto a intérpretes de singular talento y calado, lo que resulta inaceptable.
A principios de la década de los 80, un joven actor de singulares rastros empezaba a dejarse ver en pequeños papeles. Su nombre era Willem Dafoe. Algo tenía el muchacho, que hipnotizaba al espectador. El talento se vislumbraba sin demasiados problemas y Vivir y Morir en Los Ángeles (1985) era la primera gran prueba de ello tras varios pequeños papeles. Comenzaba así una inmensa carrera que le convertía en uno de los actores más aclamados de las últimas décadas.
Platoon, La última tentación de Cristo, Arde Mississippi, Corazón salvaje, El paciente inglés, La sombra del vampiro, Spider-Man, Antichisto, The Florida Project, Van Gogh… Podríamos pasarnos el día entero enumerando grandes papeles en la carrera del sensacional actor. Y es que su nombre es sello de calidad en cada película.
Casi cuarenta años en el sector luciendo un talento descomunal. A sus 65 años, Willem Dafoe ha trabajado con los mejores directores de la industria y goza del respeto y cariño del gran público. Sin embargo, todos tenemos la sensación de que sigue faltando un Oscar en su estantería. Si los Premios de la Academia reconocen a los mejores, él lo es sin duda. Cuatro veces le ha sido esquiva la estatuilla. Esperemos que algún día llegue ese merecido momento.