Hay experiencias cinematográficas capaces de destruirnos por completo. De hecho, pocos se pueden comparar en estas artes al descomunal Michael Haneke. El director austiraco es todo un maestro de lo insano y, sin lugar a dudas, Funny Games es su obra más lapidaria. Se nos queda mal cuerpo solo con pensar en ella.
Anna, Georg y su hijo Georgie van a pasar las vacaciones a su bonita casa a orillas de un lago. Sus vecinos Fred y Eva han llegado antes que ellos. Las dos parejas quedan para jugar al golf al día siguiente. Mientras padre e hijo preparan el velero, Anna prepara la cena. De repente, Peter, un joven muy educado que se aloja en casa de los vecinos, se presenta para pedir que le presten algunos huevos porque a Eva no le queda ninguno. De repente, Anna se pregunta cómo ha podido entrar en la casa. El joven le explica que Fred le ha enseñado un agujero que hay en la cerca.
La tortura física y, sobre todo psicológica alcanza niveles nunca antes vividos. No existe intención más allá de hacernos sufrir. Ocas experiencias tan provocativas y extremas se pueden vivir ante una pantalla como Funny Games. Una paliza emocional por cortesía de Filmin.