Un científico descubre en Skull Island un ejemplar muy extraño de mono rata al que acompaña una terrible maldición, según los nativos. El ejemplar es trasladado a Nueva Zelanda para su estudio. Por otra parte, Lionel es un joven que vive con su insoportable madre, que no aprueba la relación que acaba de comenzar con Paquita, la hija del tendero. Cuando los dos enamorados realizan una visita al zoológico, ella les vigila en secreto, y será mordida por el animal encontrado en la isla. Poco a poco, la madre de Lionel se va convirtiendo en una especie de zombie, sedienta de carne, y que convierte en zombie a todo el que ataca.
Efectivamente, hubo un tiempo en el que Peter Jackson era un joven neozelandés que hacía películas con pequeños presupuestos y argumentos realmente radicales. Eran tiempos previos a la Tierra Media y el bueno de Jackson nos regalaba joyas del calibre de Braindead (tu madre se ha comido a mi perro), una de las cintas de terror más geniales de las últimas décadas.
Zombies, gore y mucho humor negro se mezclaban en una cinta realmente divertida. Corría el año 1992 y nuestro querido Peter Jackson venía a demostrar una evidente incapacidad para dejar a la gente indiferente. Mal gusto marcaba un camino que llevaba a que, cinco años después, nos encontrásemos con una de esas cintas imprescindibles para todo fan del género. Una maravilla.