Las cosas se habían puesto realmente feas. Puede que eso de ser uno de los tipos más apuestos de cuantos se han paseado por el planeta Tierra lleva a equívoco a muchos, pero la realidad es que Brad Pitt también es uno de los mejores actores de las últimas décadas. Cada aparición del actor en la gran pantalla se salda con un nuevo ejemplo de que es capaz de lucir en cualquier género cinematográfico, pero parece que el público no terminaba de conectar con él en los últimos años. Los proyectos a los que se subía carecían del punch deseado.
A excepción de La gran apuesta, donde tenía un pequeño papel, los proyectos que estaba presentando el bueno de Brad no funcionaban todo lo bien que cabría esperar. Hay que reconocer que él está siempre increíble y que muchas de esas cintas son mucho más de lo que parecen, pero El Consejero, Frente al Mar o Aliados se quedaban lejos de lo esperado.
Máquina de Guerra era el último de sus patinazos. La sátira bélica tampoco era bien recibida. Sin ser ningún desastre, tanto la crítica como el público se dividían a partes iguales entre partidarios y detractores. Y es que los patinazos de Pitt no se han producido porque sus cintas sean malas (Aliados es gloriosa), sino porque parece haber perdido el favor del público.
La cosa cambiaba radicalemte de la mano de Quentin Tarantino (quién si no). Érase una vez en… Hollywood parece haber terminaba con esa mala racha. El filme lo petaba. De hecho, Brad Pitt lograba su ansiado Oscar. Inmediatamente después era el momento de Ad Astra, una joya de la ciencia-ficción en la que el actor mostraba todo su potencial. Faster, cheaper, better (Dan Gilroy), Babylon (Damien Chazelle) y Bullet Train (David Leitch) son las próximas paradas de una carrera que ha vuelto a dispararse como en los mejores días. Y es que pocos hay como Brad.