Hay veces que el destino tiene preparados giros de lo más curiosos. Seguro que ninguno de los responsables de La valla podía imaginar, durante su desarrollo, que el desastre relatado iba a tener buenos tintes de realidad. Cuando Antena 3 anunció el estreno de la serie, poco podíamos sospechar lo que se nos venía encima. Y es que la ficción distópica adelantaba un mundo que, quedando lejos de lo que vivimos estos días, algo catastrófico y del mismo perfil adelantaba.
Efectivamente, La Valla lo está petando. Año 2045. 25 años después de que proliferase un virus que cambiaba el país, la escasez de recursos naturales ha llevado a que regímenes dictatoriales hayan asumido el poder en gran parte de las democracias occidentales, incluida España. La capital está dividida en dos sectores por una valla, que separa al gobierno y las clases privilegiadas del resto de la población, y sus protagonistas son los miembros de una familia que lucha por recuperar a su hija, que ha caído en manos del gobierno.
El afán de pandemias, luz, fuego y destrucción delos espectadores ha provocado que La Valla se haya convertido en un auténtico fenómeno. Tanto en Netflix como en su emisión en Antena 3, la ficción está funcionando a las mil maravillas. Una de las grandes sorpresas del año.