Algo nació en nuestro interior en aquellos días. A finales de los 70 empezó a apreciarse un cambio sustancial dentro de la historia del cine. Un afán por entretener con películas encantadoras y familiares comenzaba a ganar terreno. Eran los inicios de una corriente que se dispararía en los 80 gracias a filmes del calibre de Regreso al futuro, E.T., Los Goonies o Cazafantasmas.
La tendencia alcanzaría el máximo esplendor durante casi 15 años. Sin embargo, a mediados de la década de los 90, algo empezaba a cambiar. La fórmula ya no calaba entre los espectadores. Pese a que muchos creativos seguían apostando por cintas del perfil, el final de todo aquello era ya una realidad. Algo que se confirmaba definitivamente con Pequeños Guerreros.
El Comando Élite está formado por una patrulla de muñecos militares muy arrogantes y agresivos que han cobrado vida y escapado de sus cajas para acabar con los gorgonitas, unos muñecos de aspecto extraño pero absolutamente pacíficos que sólo sueñan con encontrar la isla de Gorgon. El adolescente Alan Abernathy se verá envuelto en esta contienda y tomará posiciones a favor de los Gorgonitas, lo que le llevará, junto a toda su familia, a convertirse en el nuevo objetivo del Comando Élite, capaz de crear el caos en toda la ciudad.
Era el año 1998 y Joe Dante, el tipo que nos regalaba Gremlins en su día, volvía a apostar por una trepidante gamberrada para toda la familia. Lo cierto es que la película funcionaba a las mil maravillas, pero el público le daba la espalda. Aquellos juguetes no impresionaban, a pesar del sensacional divertimento que ofrecían. Así, el fracaso de Pequeños guerreros marcaba el fin de un tiempo de vino y rosas. Toda una pena.