Iba para pelotazo y se quedó en batacazo. Hay veces que, por muchas razones, películas nacidas con la intención de arrasar taquillas se quedan en sonoros fracasos. Especialmente doloroso es el asunto en los casos en los que la apuesta es ambiciosa también en el terreno económico. Algo que vivieron de forma dramática en Lionsgate con Kin.
Perseguidos por un criminal vengativo (James Franco) y una banda de soldados sobrenaturales, un exconvicto recién liberado (Jack Reynor) y su hermano adolescente adoptado (Myles Truitt) se ven obligados a escapar con un arma de origen misterioso que es su única protección.
Cuando Kin aterrizó en los cines americanos en verano de 2018, la película prometía convertirse en lugar de peregrinaje para los fans de la ciencia ficción. Nada más lejos de la realidad. El filme se convertía en un descomunal desastre creativo y económico. Casi 50 millones de dólares invertidos entre producción, distribución y publicidad para una taquilla final de 10 millones. En Lionsgate se encontraban con un problema serio, por lo que decidían aplazar todas las decisiones alrededor de la película.
Kin veía la luz en las salas de nuestro país en verano de 2019. Nadie reparaba en ella. El filme pasaba sin pena ni gloria. Jack Reynor y Myles Truitt eran los protagonistas de una película con nombres del calibre de James Franco, Zöe Kravit, Dennis Quaid o Carrie Coon. Un patinazo en toda regla que ahora llega a la parrilla de Netflix.