Ha pasado ya un tiempo desde el cierre de la tercera trilogía intergaláctica, pero todavía no se los ha pasado el mal sabor de boca. Star Wars: El ascenso de Skywalker ponía fin a una nueva generación de películas basadas en el universo creado por George Lucas. Así, después de que El despertar de la Fuerza nos devolviese la ilusión en la saga y de que Los últimos Jedi nos demostrarse que todavía había espacio para la innovación en Star Wars, la última película decepcionaba a propios y extraños.
¿Qué ocurrió para que todo fuese semejante despropósito? Efectivamente, todo alrededor de la película daba una sensación preocupante de improvisación. Elementos fundamentales de la trama parecían haberse decidido en el último minuto. Algo que ha quedado definitivamente claro después de las últimas revelaciones de James Clyne. El artista conceptual de Industrial Light & Magic confesaba cuenta particular de Instagram que le dieron un día para elaborar el diseño conceptual de la ciudad de Bespin que aparecería en la película.
“Construyendo Bespin bajo presión. Un día para solucionar esto porque era tarde en la producción y todos estábamos bajo el arma”. Con estas palabras, el artista ponía una vez más de manifiesto las prisas y la improvisación con la que se llevó a cabo todo lo relacionado con el desarrollo de Star Wars: El ascenso de Skywalker. Difícil que las cosas salgan bien trabajando así.