Parecía que el mundo estaba en sus manos. Los años 80 y 90 alumbraban a una de esas estrellas cinematográficas brillantes hasta niveles desconocidos. Kim Basinger, una rubia actriz de belleza arrolladora y talento indiscutible se convertía en habitual de las películas más exitosas. Un camino plagado de éxitos del calibre de Batman, Nueve semanas y media o L.A. Confidencial (Oscar incluido).
Sin embargo, el tiempo se llevaba por delante la carrera de Basinger. La industria suele ser implacable con demasiadas actrices a partir de cierta edad, pero en su caso no puso tampoco demasiado de su parte. Y es que las excentricidades en rodaje de la intérprete iba provocando que muchos descartasen su contratación.
Innumerables pasajes pueden contarse en la trayectoria de Kim Basinger, pero uno de los más llamativos llegaba en el rodaje de Ella siempre dice sí (1991). En la película, la actriz provocaba situaciones de lo más surrealistas, exigiendo que no se rodase tomas suyas con luz natural. Según parece, no le gustaba la manera en que se veía con tales condiciones. Además, sus exigencias de maquillaje terminaban por desquiciar a un equipo que pasaba una auténtica penuria de filmación. Pocas divas se le pueden comparar.