Es curioso como una ficción tan potente puede quedarse en producto minoritario a consecuencia de un infortunio en su título. Mientras el mundo habla de American Crime Story, resulta que una puñetera obra maestra llega a unos pocos. Y es que American Crime se ha encontrado con una gran producción televisiva plagada de estrellas y de enorme repercusión. Por suerte estamos aquí para sacar del ostracismo a American Crime.
En Modesto, California, el joven Matt Skokie es asesinado durante un asalto a su casa, y su esposa Gwen queda en coma. En seguida cuatros sospechosos son detenidos, todos con alguna implicación en los hechos. Son el adolescente Tony Gutiérrez, el mexicano ilegal Hector Tontz y la pareja interracial formada por Carter Nix y Aubry Taylor. A partir de ese momento, las vidas de los jóvenes arrestados y las de sus familias, en los meses posteriores y durante el proceso judicial lleno de connotaciones raciales, cambiarán para siempre…
Con ese argumento se presentaba la primera temporada de una serie que disecciona a la sociedad americana para dar con los sus patologías más graves y destapar sus vergüenzas. Si cuestiones de drogas y problemas raciales eran el epicentro de su autoconclusiva primera temporada, la segunda se dirigía al bullying y el abuso sexual, mientras el tema de la tercera no era otro que la prostitución infantil ligada a la inmigración ilegal. Una serie de golpes directos al mentón y lanzados por John Ridley, guionista ganador del Oscar por 12 años de esclavitud.
El peso de la trama y la guinda del pastel de American Crime corren a cargo de dos veteranos intérpretes del calibre de Felicity Huffman y Timothy Hutton. Ambos se salen en esa joyita televisiva llamada American Crime.