Ni Sam Raimi, ni Marc Webb. Cinco son ya las ocasiones en las que Spider-Man se ha dejado caer por nuestras pantallas, pero ninguna de ellas ha conseguido hacer honor al personaje más ilustre de las viñetas de Marvel. Mientras la compañía trata de firmar un “Spider-Man” a la altura de lo esperado con el fichaje de Tom Holland (“Lo Imposible”), resulta que ha caído en nuestras manos uno de esos proyectos que nunca llegaron a realizarse, a los que tan aficionados somos.
Corría el año 1991. James Cameron acababa de estrenar “Terminator 2: El Juicio Final” en lo que ya suponía una grandiosa revolución del mundo de los efectos visuales y uno de los éxitos más sonados de la industria. Por aquel entonces, el director ya contaba en su filmografñía con títulos del calibre de “Terminator” (1984), “Aliens: El Regreso” (1986) o “Abyss” (1989). En ese contexto, Cameron se presentaba en los despachos de Carlocco Films para presentar el boceto de guión de una película de “Spider-Man”. Ese debía ser su nuevo éxito.
La compañía estaba de lo más interesada en la idea. el “Batman” de Tim Burton había funcionado de manera fantástica. Llevar al hombre araña a la gran pantalla se antojaba un proyecto mucho más complicado, pero si alguien podía lograrlo, ese era James Cameron. Con lo que no contaban en Carlocco Films era con los problemas legales y financieros que les surgirían en 1992, lo que les llevaría a cancelar el proyecto y a la bancarrota cuatro años después. James Cameron siguió barajando la idea, pero rápidamente su atención se desvió hacia un proyecto centrado en el naufragio del Titanic. El resto ya es historia.