Las cosas cambian de la noche a la mañana. Si hace un par de años alguien nos dijese que Steven Spielberg y Netflix firmarían un contrato para el desarrollo de de varias películas, nos costaría creerlo. Sin embargo, ya es una realidad el acuerdo entre Amblin (compañía de Spielberg) y la plataforma de streaming. La cruzada del director parece haber llegado a su fin. Una guerra que comenzaba en 2019.
El choque entre el cine tradicional y el modelo de negocio cinematográfico de las plataformas de streaming es de los temas más controvertidos de la industria de los últimos años. Y es que el sector no termina de encajar bien la metodología de Netflix y similares. De hecho, el pulso quedaba de manifiesto con la derrota de Roma en los Oscar hace dos años, cuando partía como clara favorita.
Sin embargo, el pulso adquiría dimensiones épicas. No es para menos, ya que el mismísimo Steven Spielberg cogía el estandarte de la lucha contra las películas facturadas por plataformas de streaming. Concretamente, su decisión no era otra que la de iniciar una campaña para evitar el acceso de estos productos a premios de envergadura. El gobernador de la Academia de Cine en la rama de directores se manifestaba en contra de que este tipo de películas aparezca en Oscar, Globos de Oro o festivales como el de Cannes. No gusta que Netflix opere como un estudio en ciertos aspectos, pero en otros no.
Un factor fundamental en todo este lío es que se entiende que las películas promocionadas por Netflix están “dopadas” económicamente, lo que no dudaba en señalar el propio Steven Spielberg. Esto provoca que proyectos cinematográficos distribuidos por compañías más pequeñas queden condenados al ostracismo. Además, no se respeta la ventana de distribución de 90 días y no se ofrecen datos públicos de taquilla.
¿Ha cambiado Steven Spielberg de parecer? Al menos así se ha vendido la jugada. “Lo importante es crear y llegar a los espectadores”. Sin embargo, parece que el dinero ha sido el auténtico responsable de la reconciliación.