Es el hombre de Star Wars. Haga lo que haga George Lucas, su nombre siempre va a estar unido directamente al universo intergaláctico. Y es que lo que este tipo construyó allá por finales de los 70 era algo mucho más grande de lo que podíamos imaginar todos. Un gigante que no deja de aumentar su tamaño con el paso de los años y por el que siempre le estaremos agradecidos. Es tanto lo que nos ha dado Star Wars…
Sin embargo, siempre nos ha quedado un regusto amargo por la forma en la que George Lucas afrontó su carrera. Una sensación de que nos perdimos parte de su talento al no prodigarse más allá de Star Wars durante muchas décadas. Había talento del bueno y el mejor ejemplo de ello es American Graffiti.
Es la última noche del verano de 1962, y los adolescentes de Modesto (California) quieren divertirse antes de afrontar sus responsabilidades como adultos. Así que todos salen esa noche para beber, ligar, pasearse en coche, ir a la bolera o bailar un rato…
Richard Dreyfuss, Harrison Ford… La película capturaba la juventud americana como ninguna. El momento de quiebra en el que la vida empieza a mutar, camino de la edad adulta. De un tiempo en el que las cosas empiezan a dejar de ser lo que creías que eran y en el que te aferras a lo que sabes que se va. Cinco nominaciones al Oscar allá por 1973, incluyendo el de Mejor Película, para una cinta imprescindible y por la que siempre respetaremos a George Lucas.