Han sido tiempo realmente duros para todos en general y para el mundo del cine en particular. A pesar de que parece que las grandes compañías simplemente tenían que guardarse las películas en un cajón en espera de tiempos mejores, la realidad es que cada día en el que no han podido estrenar sus proyectos más ambiciosos les ha costado una cifra millonaria.
Con las primeras semanas de pandemia, allá por el mes de marzo de 2020, todos los grandes estrenos retrasaban sus fechas de lanzamiento, incluyendo Sin tiempo para morir, la película número 25 de James Bond. El filme pasaba del 2 de abril a 12 de noviembre, lo que suponía unas pérdidas cercanas a los 40 millones de dólares por los gastos en publicidad ya realizados. A ello se sumaba un nuevo retraso hasta el 2 de abril de 2021 y el último, hasta el 8 de octubre de 2021. Decisiones todas ellas que provocaban agujeros económicos sustanciales, pero siempre menores de los que podrían haberse producido en caso de estrenar en plena pandemia.
Los costes de intereses se acumulan para MGM, que no encuentra retorno de inversión con una película que está parada. De hecho, más de un millón de dólares pierde la compañía por cada mes adicional sin lanzar la película. Así las cosas, a los 40 millones mencionados, seguirían otros 20 por los retrasos. 60 millones en total que se han ido a la basura. Ahora solo queda esperar para ver si la taquilla de Sin tiempo para morir logra datos no suficientemente poderosos como para hacer olvidar el desastre económico.