Visto el éxito de los últimos años, a todos nos parece que Marvel siempre ha visto como sus películas se convertían en éxitos. Nada más lejos de la realidad. Hubo un tiempo en el que la crítica masacraba cada nuevo estreno y el público no terminaba de conectar con los filmes de la Casa de las Ideas. Así llegaba el estreno de Iron-Man, en el año 2008.
Hasta ese momento, el cine de Marvel no terminaba de despuntar. Pero la irrupción en escena de Tony Stark suponía un giro radical de los acontecimientos. La cinta era aclamada por propios y extraños. A ello se sumaban unos excepcionales resultados de taquilla y, muy probablemente, el pistoletazo de salida al universo cinematográfico de la compañía.
Lo que no imaginábamos es que el artífice de tal éxito fue uno de los protagonistas del filme. Concretamente, aquel villano interpretado por Jeff Bridges. Así lo confesaba el propio actor en una mesa redonda organizada por The Hollywood Reporter.
“Leímos el guión, y aquello no estaba nada bien. Teníamos dos semanas para ensayar, y las aprovechamos, básicamente, para reescribirlo. Y el día antes de empezar el rodaje nos llamó el tío de Marvel, diciendo: ‘Oh, no, no, no, no podéis hacerlo’. Así que nos reuníamos a escondidas en mi caravana y ensayábamos a nuestra bola, mientras los tíos del estudio estaban cruzados de brazos y preguntándose cuándo íbamos a llegar. Nosotros estábamos intentando escribir la escena que íbamos a rodar ese día”.
Así, con la colaboración de Robert Downey Jr. y del John Favreau, Iron-Man iría adquiriendo el tono que terminaría por convertirla en un rotundo éxito.