Puede ser una de las películas más divertidas de la historia del cine. Allá por el año 2004, Edgar Wright unía talento con Simon Pegg y Nick Frost, una pareja de auténticos fenómenos. La idea no era otra que la de ofrecernos la película de zombis más gamberra de la historia del cine, lo que conseguían con creces gracias a Zombies Party.
La vida de Shaun (Simon Pegg) es un callejón sin salida. Se pasa la vida en la taberna local, “The Winchester”, con su íntimo amigo Ed (Nick Frost), discute con su madre y descuida a su novia, Liz (Kate Ashfield). Cuando Liz le deja plantado, Shaun decide, finalmente, poner su vida en orden: tiene que reconquistar el corazón de su novia, mejorar las relaciones con su madre y enfrentarse a las responsabilidades de un adulto. Pero, por desgracia, los muertos están volviendo a la vida, y tratan de devorar a los vivos. Así que Shaun tendrá que enfrentarse a un problema más. Armado con un palo de cricket y una pala, emprende una guerra sin cuartel contra una horda de zombies para rescatar a su madre, a su novia e incluso, aunque a regañadientes, a su padrastro, al de su novia… llevándolos a todos al lugar más seguro y protegido que conoce: “The Winchester”.
Todo elogio se queda corto con Zombies Party. Plagada de momentos sumamente ingeniosos y divertidos, estamos ante una cinta que siempre nos arranca un buen puñado de carcajadas. Maravilla inapelable de la comedia, por cortesía de Amazon Prime Video.