Locos debemos estar nosotros por no recordar esta auténtica maravilla. Y es que seguimos rescatando maravillas de la década de los 80 que no alcanzaron el nivel de popularidad que cabría esperar atendiendo a lo sensacional de sus propuestas.
Allá por 1980 llegaba esta película botswanesa que es algo así como 100 minutos seguidos partiéndose la caja. Así de sencillo. Los dioses deben estar locos es una maratón de risas.
Cuando el piloto de un avión de combate deja caer una botella vacía de Coca Cola sobre un poblado bosquimano, los habitantes creen que se trata de un regalo de los dioses. La felicidad inicial se torna en disputas cuando todos desean ser dueños del hermoso objeto. El concepto de propiedad privada irrumpe con fuerza en la pequeña y pacífica sociedad, por lo que Xi (uno de ellos) decide coger la botella e iniciar un viaje hasta el borde del mundo para lanzarlo. Todo ello se entrelaza con la historia de un profesor blanco de un poblado cercano que es un absoluto pringado y con un grupo de revolucionarios que rondan la zona.
El espectáculo está servido. Los dioses deben estar locos es una de esas cintas que muchos hemos visto, pero a las que nos cuesta ponerle título. Sea como fuere, la cinta bien merece ser recuperada para echarse unas buenas risas.
Un Clássico