Hay veces que cuesta entender la política de la plataforma de streaming. Cuando Netflix inicio su andadura, la calidad de sus productos era uno de los argumentos fundamentales para seducir a potenciales usuarios. Sin embargo, ahora que nadie puede discutirle el puesto de líder en el entretenimiento casero, cada vez nos encontramos con más chufas de series y películas. Sin pudor es un ejemplo clarísimo de ellos.
La novelista de misterio Grace Miller tiene instinto cuando hay que encontrar un motivo, y necesitará su experiencia para ayudar a resolver el asesinato de su hermana. Así se presenta una cinta protagonizada por Alyssa Milano y Sam Page, y que se ha convertido en una de las ficciones más vistas de Netflix. La política de ofrecernos un producto constantemente nada más que abrimos la app le ha salido a las mil maravillas a la plataforma, ya que está consiguiendo rentabilizar un auténtico desastre de película.
Como si de una cinta de sobremesa de Antena 3 se tratase, Sin Pudor pocas virtudes tiene. De hecho, ninguna. Película pobre en su puesta en escena, de estética cutre y con una historia la que se le ven las costuras todo el tiempo, solo la insistencia de Netflix por colárnosla puede explicar que Sin pudor esté triunfando. Ver para creer.