“No he visto a nadie tan devoto a alguien que se está muriendo como Meryl. Verla en ese acto de amor por ese hombre fue inconsolable”. Estas eran las palabras que Al Pacino utilizaba al referirse a los últimos momentos de la vida de John Cazale. El cáncer de pulmón estaba acabando con él de forma alarmantemente rápida, pero su pareja por aquel entonces no se separaría de su lado ni un instante.
Muchos se atreven a hablar de la historia de amor más triste de Hollywood. Fueron dos años de sus vidas, pero aquellos días entre 1976 y 1978 marcarían para siempre a una mujer que veía como la vida se le escapaba al hombre al que amaba a la temprana edad de 42 años. Todos los que los conocieron en aquellos días coinciden en que la palabra “amor” se quebraba y se convertía en devoción.
Allá por 1978, la industria del cine sufría un duro golpe al conocerse la muerte de uno de los actores más queridos por sus compañeros de profesión. Un cáncer de pulmón acababa con la vida de John Cazale a los 42 años de edad. Su rostro se había convertido en sinónimo de éxito pese a su corta trayectoria. Cinco películas había protagonizado entre 1972 y 1978, pero todas ellas son consideradas como auténticas obras maestras de la historia del cine.
Su papel de Fredo en “El Padrino” convertía a Cazale en uno de los actores del momento. La ternura, tristeza y fragilidad de su mirada no tardaron en colocarle en la agenda de los directores más prestigiosos. A partir de ahí llegarían “La Conversación” (Francis Ford Coppola, 1974), “El Padrino II” (Francis Ford Coppola, 1974), “Tarde de Perros” (Sidney Lumet, 1975) y “El Cazador” (Michael Cimino, 1978). Todas y cada una de esas cintas lograrían la nominación al Oscar a la Mejor Película.
Ni más ni menos que 14 años de diferencia separaban a ambos, pero eso no fue obstáculo. “Acabo de conocer a la mejor actriz de la historia”, le dijo Cazale a su buen amigo Al Pacino. Hablaba su buen ojo, pero sus palabras también estaban guiadas por lo que comenzaba a sentir. No se equivocaba. De hecho, la admiración mutua siempre fue pieza fundamental de su relación. Pronto se irían a vivir juntos a Nueva York, pero el destino tenía preparada una cruel jugarreta.
Durante la preparación de de El Cazador, a Cazale le diagnosticaban un tumor con muy mala pinta. De hecho, el estudio estaba a punto de prescindir de él, pero Meryl Streep le pedía ayuda a Robert de Niro para que le ayudase a convencer al estudio de que se rodasen las escenas de Cazale antes que ninguna otra.
“Verla en ese acto de amor por ese hombre fue inconsolable. Lo más sorprendente era ver que Meryl estuvo con él, a su lado, toda la enfermedad. Cuando vi a esa chica allí con él pensé que eso es lo importante para mí. Por muy buena actriz que sea, es lo que veo cuando pienso en ella. Ese momento es lo que recuerdo”, afirmaba Al Pacino en un documental de hace unos años.
John Cazale moría un 12 de marzo. Por consejo de su hermano, Meryl Streep se iba al apartamento de un amigo, el escultor Don Gummer y el hombre que se convertiría en su actual esposo. Casi 40 años de feliz matrimonio que, sin embargo, no han mitigado el recuerdo de la actriz. “John era distinto. No he conocido a nadie como él. Destacaba en él su singularidad, su humanidad, y la curiosidad que le despertaba la gente”. La historia de amor más triste de Hollywood.