Es de esos creadores con un sello propio fácilmente identificable y especial. Que Álex de la Iglesia es un grande y que adoramos a este tipo es algo fuera de toda duda. Todo lo que sale de su brillante mente nos interesa. Durante más de dos décadas, el director nos ha demostrado que talento y estilo no le faltan. Resulta complicado contar la cantidad de veces que el responsable de El Día de la Bestia o La Comunidad nos lo ha hecho pasar en grande en una sala de cine. Este tipo es un fenómeno sin paliativos.
Sin embargo, Veneciafrenia la última parada en su exitosa carrera no se puede decir que haya resultado demasiado satisfactoria. Muerte y sangre en Venecia con una suerte de slasher ya he quedado bastante lejos de sus mejores obras. Y es que, a pesar de ofrecernos algún que otro momento sensacional marca de la casa, la historia se resiente ante un guion algo desacertado como unas intérpretes que no parece sentirse cómodos en ningún momento.
En la naturaleza existe vínculo indisoluble entre la belleza y la muerte. El ser humano, deudor de su entorno, imita lo que observa. Como mosquitos atraídos por el faro más brillante, los turistas están apagando la luz de la ciudad más hermosa del planeta. La agonía de las últimas décadas ha desatado la ira entre los venecianos. Para frenar la invasión, algunos se han organizado, dando rienda suelta a su instinto de supervivencia. Nuestros protagonistas, un sencillo grupo de turistas españoles, viajan a Venecia con la intención de divertirse, ajenos a los problemas que les rodean. Allí se verán obligados a luchar por salvar sus propias vidas.
Cierto es que Veneciafrenia falla en varios momentos, pero no podemos obviar que la peor película de Álex de la Iglesia es como la mejor de otros muchos.