Madrid amanecía gris y lluvioso este 28 de abril. Imposible imaginar una estampa más adecuada para llorar a uno de los más grandes de la escena española. Ha muerto Juan Diego y el corazón nos sangra por botones. El intérprete fallecida a los 79 años de edad víctima de una larga enfermedad con la que combatía desde hace tiempo. Una perdida irreparable.
Pocos o ninguno como él. Nacido en Bormujos (Sevilla) en 1942, Juan Diego Ruiz Moreno comenzaba su larga relación de amor con el mundo de la interpretación a los 15 años lleva. Poco después, con 20, su rostro ya estaba en RTVE gracias a la serie Mi hijo y yo. Arrancaba así una trayectoria de 60 años demostrando un talento como pocas veces se ha visto. Juan Diego era otra cosa.
En 1984 llegaría su papel en Los Santos Inocentes, la cinta de Mario Camus. Una de las grandes obras de la historia de nuestro cine y la película que dispararía definitivamente su carrera. El viaje a ninguna parte de Fernando Fernán Gómez, La noche oscura de Carlos Saura, El rey pasmado de Imanol Uribe. Así podríamos pasarnos el día entero. Recordando decenas de papeles inolvidables en una carrera plagada también de éxitos televisivos y sobre las tablas del teatro.
Ganador de tres premios Goya (El rey pasmado, París-Tombuctú, Vete de mí) y candidato 9 galardones, los reconocimientos a su arrollador talento son infinitos. Porque Juan Diego ha existido uno. Intérpretes así no se fabrican. Hoy solo podemos callar y llorar, porque se ha ido el más grande de nuestra escena. Hasta siempre, viejo amigo.