Su carrera pide a gritos una despedida a la altura de su figura. Decía Al Pacino que para interpretar a Michael Corleone en las tres cintas de El Padrino solo tenía que mirar al director Francis Ford Coppola y reproducir sus gestos y su forma de actuar.
No cabe duda de que, para levantar las que para muchos son las películas más importantes de la historia del cine, hay que saber bien de lo que se habla y Coppola conoce a la mafia italoamericana como nadie. El magnífico director firmaba, allá por los años setenta, las dos primeras entregas de una trilogía que llegaría a su fin en 1990 con El Padrino III. Desde entonces, el bueno de Coppola siempre ha tenido que ver como ninguna de sus obras soportaba la comparación con sus obras maestras. Lo cierto es que desde Drácula de Bram Stoker (1992) el director de Apocalipse Now o La conversación no ha conseguido ninguna obra a la altura de lo esperado, pero parece que las cosas están a punto de cambiar.
Y es que en pleno ocaso de su carrera, Francis Ford Coppola ha decidido recuperar el espíritu que hizo de él una leyenda del cine. Mucho se ha hablado de que Megalopolis sería su película de despedida, pero lo cierto es que parece que los tiros (y nunca mejor dicho) van en otra dirección.
A sus 81 años el director podría volver al mundo de la mafia y esta vez no parece dispuesto a reparar en gastos. Se acabaron los proyectos menores y los estrenos reducidos. Coppola ya tiene entre manos el guion finalizado de una historia sobre mafiosos italoamericanos marca de la casa. De hecho, la misma abarcaría desde los años 30 a la década de los 60.