Vamos a otro pasaje oscuro dentro de la industria del séptimo arte. Tras la cruenta muerte de Martha Mansfield envuelta en una bola de llamas, en esta ocasión nos nos vamos a un rodaje más reciente. Concretamente al de la mítica Gladiator, donde el genial actor Oliver Reed acabó de la forma más triste su vida repleta de correrías.
La exitosa carrera como actor de Oliver Reed comenzaba allá por 1958. Sobrino del director Carol Reed, el joven británico pronto mostraba su sensacional talento gracias a papeles tan inolvidables como los de Oliver!, La Trampa, Los Tres Mosqueteros, Las Aventuras del Barón Munchausen o El León del Desierto. Todo apuntaba a gran estrella del cine. Cualidades no le faltaban, pero Reed llevaba otra carrera paralela a su carrera como actor que suponía una constante amenaza a sus aspiraciones profesionales. Una salvaje carrera como alcohólico que le llevaría a protagonizar míticos pasajes como cuando vomitó encima de Steve McQueen, cuando se bebió 106 pintas de cerveza antes de casarse o decenas de anécdotas similares.
En el año 1999, Reed tenía su enésima oportunidad de reconciliarse con la industria gracias al interesante papel que Ridley Scott le ofreció para su película Gladiator. Reed debería dar vida al traficante de esclavos Próximo. Suya sería la responsabilidad de comprar al triste hispano y convertirlo en el inolvidable Máximo el Gladiador. A penas dos días de rodaje le faltaban al actor cuando se despertó con uno de esos días negros tan comunes en su personalidad. Hasta tres botellas de ron jamaicano se bebió en británico entre toma y toma. No contento con eso, al acabar la jornada decidió continuar con ocho botellas de cerveza alemana, un buen puñado de Whiskies dobles y con el reto a echar pulsos con cinco jóvenes marinos ingleses de la Royal Navy. Demasiados excesos acumulados para su cuerpo hicieron que Reed se desplomase muriendo en el acto a consecuencia de lo que posteriormente se consideró un fulminante ataque al corazón. Una carrera la de Oliver Reed truncada a los 61 años por una salvaje adicción.