Parecía que iba a ser una gamberrada de lo más divertida, pero nada más lejos de la realidad. El pasado viernes llegaba a nuestros cines una de las películas españolas que más expectación había despertado. Y es que Hollyblood tenía todos los argumentos para convertirse en un exitazo veraniego.
Javi es un adolescente normal con una vida normal. Tan normal que no tiene nada especial como para que Sara se fije en él. Ella solo tiene ojos para Hollyblood, una saga literaria de vampiros. Javi está decidido a contarle a Sara que le gusta, pero una serie de imprevistos y malentendidos hacen que Sara crea que Javi es un vampiro sobrenatural. Todo se complica cuando ellos dos, junto a otros compañeros de clase, deberán enfrentarse a una antigua y maligna amenaza que habita en su instituto.
Pretende ser una suerte de Crepúsculo en modo comedia, pero poco o nada sale bien. El resultado es una hora y media de la que no se puede sacar demasiada chicha. Un reparto con nombres del calibre de Óscar Casas, Isa Montalbán, Carlos Suárez, Jordi Sánchez o Amparo Fernández merecía mejor material para lucir en todo su esplendor. Una auténtica decepción Hollyblood.