Es una de las actrices del momento. Cuando la conocimos como la Carolina de El Internado, poco podíamos imaginar que Ana de Armas terminaría siendo una de las grandes estrellas de Hollywood. Cintas como Knock, Knock, Juego de Armas o Blade Runner 2049 han hecho de la actriz cubana una de las más sorprendentes revelaciones de los últimos años. Su carrera no parece tener techo. Ahora, tras arrasar con Puñales por la espalda y ser nueva chica Bond, lo peta en Netflix con El espía Gris.
Pese a que Hollywood está descubriendo su belleza ahora, lo cierto es que nosotros ya quedamos prendados de su belleza hace unos cuantos años. Desde que llegase a España para rodar Una rosa de Francia (Manuel Gutiérrez Aragón, 2005), la sensualidad de la joven actriz no pasaba desapercibida para nadie. De hecho, El Internado provocaría que legiones de fans cayesen rendidos a sus pies. Llegaría entonces Mentiras y gordas para convertirse en uno de los grandes éxitos de 2010 y dejarnos un desnudo en el que Ana de Armas dejaba claro que su enrome talento era acompañado por una exótica belleza que corta la respiración.