Parece que, en nuestro país, todo lo que toca la política termina manchado. Mucho camino nos queda todavía por recorrer en esto de la democracia. Mientras que en países de larga tradición como estados Unidos nos encontramos con que las más famosas estrellas no dudan a la hora de mojarse en asuntos electorales sin que ello les acabe afectando profesionalmente, en suelo patrio no se puede decir que ocurra nada ni remotamente parecido. George Clooney es un demócrata de los buenos, mientras que Clint Eastwood es un emblemático republicano. Sin embargo, sus opuestas opciones políticas nunca han sido problema a la hora de que su talento se vea reconocido.
Desgraciadamente, nuestro Javier Bardem no puede decir lo mismo. Pese a ser un auténtico monstruo de la interpretación, el hecho de que nunca se haya mordido la lengua a la hora de opinar sobre ciertos asuntos provoca la antipatía de muchos. Una pena, ya que, independientemente de que nos gusten más o menos sus opciones políticas, la realidad es que no deja de ser un demócrata que se expresa libremente.
Toca decir ya que Javier Bardem es uno de los mejores actores del planeta. Hay otros ojos, pero no otros mundos. La realidad es que este tipo tiene un talento fuera de lo común. Cualquier cinéfilo fuera de nuestras fronteras no tarda en apuntar en esa dirección cuando sale el tema. Los hermanos Coen, Ridley Scott, Woody Allen, Alejandro González Iñárritu, Sam Mendes, Terrence Mallick, Darren Aronoksky , Asgar Farhadi… La lista de directores no podría ser más impresionante. Si a ellos les sumamos Pedro Almodóvar, Fernando León de Aranoa o Alejandro Amenábar, la pregunta es muy sencilla: ¿Están todos ellos equivocados?
Realmente, el trabajo de Javier Bardem nunca pasa desapercibido. Este tipo es de los buenos. Cualquier tipo de papel adquiere la categoría de glorioso cuando cae en manos de un actor cuyo techo todavía no se vislumbra. Y es que, en esto del cine, el talento no puede cubrirse de barro cuando el brillo se hace tan evidente.
No se de donde te has sacado que en EEUU las estrellas pueden mojarse polítcamente sin que ello les afecte en su carrera. Habría que preguntarle a Richard Gere como le van las cosas desde que comenzó su campaña a favor del Tibet, El mismo ha declarado en más de una ocasión que ha sido una losa para el. En la edición de EL PAIS de 16 de Marzo del 2007, en un artículo sobre la maravillosa Susan Sarandon dice “La actriz estadounidense Susan Sarandon ha alabado el compromiso social y político de los actores de Europa frente a los de su país, sea en trabajos, en manifestaciones o hasta usando “un lazo o un pin, algo a lo que en Estados Unidos no se atreven siquiera porque les va a acarrear consecuencias”.” A propósito del GRAN Javier Bardem y de Penélope Cruz, no hace mucho tuvieron que recular después de criticar los bombardeos sobre Gaza que revolvieron al lobby judío que intentó boicotear sus carreras cinematográficas. Así que si, en Estados Unidos, tu carrera puede acabar en lo canta un gallo si metes con la persona equivocada. Y eso lo saben perfectamente.
Javier Bardem es de los actores mas malos que he visto,el mejor fue Jose Luis lopez vazquez un saludo
Estimado Héctor, Javier Bardem no es un demócrata que se expresa libremente, como quieres hacer ver en el reportaje.
El problema con Javier Bardem, y con otros muchos integrantes del gremio del cine en España, no es que libremente opinen sobre política, sino que en éstas opiniones defiende que los que no opinan como él no tienen el mismo derecho, no pueden defender las suyas porque es obsceno, y todo el que tiene una idea contraria es un fascista.
El desprecio que generan estos actores entre los que no son de su cuerda es merecido, porque ellos, que serán buenos en lo suyo, no voy a entrar en valorar sus cualidades interpretativas, nos pretenden dar lecciones a los demás de cualquier tema sin tener conocimientos ni experiencia en ellos. Vamos, que sus opiniones son de barra de bar o de verdulería, como las que todos podemos tener, pero pretenden elevarlas a dogma, imponerlas, y todo el que no coincida es despreciable. Es lo contrario de la democracia, amigo Héctor.