No deja de resultar sorprendente comprobar como la inmortalidad se manifiesta en los lugares menos sospechados. Hace unos años, Robin Williams era un actor que ya había visto pasar los mejores días de su carrera. La industria prácticamente había olvidado al protagonista de “El Club de los Poetas Muertos”, “Hook”, “Jumanji” y decenas de películas inolvidables.
Entonces un día nos levantamos con la noticia de que se había ido para siempre. Una sensación de dolor, tristeza y nostalgia se empezó a arremolinar en el estómago de varias generaciones de espectadores. Por primera vez nos dábamos cuenta de todo lo que queríamos a Robin Williams. Ese sería el momento en el que el actor rompía la frontera que separa la vida de la muerte, para colocarse en ese lugar que solo ocupan las leyendas. El asiento reservado a quienes nunca mueren. Nunca olvidaremos al actor de la triste sonrisa…