Cualquiera en su situación disfrutaría de su estatus de estrella, pero él hace todo lo posible para escapar de tal consideración. Desde que Travis Fimmel se colase en todos nuestros hogares con Vikingos, el actor no ha hecho más que aumentar sus legiones de fans. El público le adora, pero lo cierto es que no es un tipo que se sienta nada cómodo delante de los focos. Algo que queda más que claro a la vista de la gestión que hace de su vida personal y su carrera.
Lo normal sería que estuviese firmando una superproducción tras otra, pero no es lo suyo. De hecho, cada vez que ha apostado por ese camino (recordemos Warcraft), el siguiente paso ha sido desaparecer una temporada. Carisma y talento le sobran a un tipo que, para colmo, es un auténtico guaperas. Cualquiera se imaginaria que la vida del Travis Fimmel transcurre entre lujos, fiestas y mujeres impresionantes. Nada más lejos de la realidad. El intérprete siente una aversión descomunal hacia la fama y todo lo que no sea una vida sencilla. No le busquéis en redes sociales, porque no tiene. Tampoco esperéis encontrarlo en un lujoso restaurante de Nueva York, porque eso jamás ocurrirá. Lo de Fimmel es disfrutar de la naturaleza australiana en su tráiler y de los caballos, que le apasionada. Además, tiene una camioneta roja en la que suele viajar de un lado a otro.
De alguna forma, todo esto contribuye a la creación de ese aura de tipo enigmático que, contribuye, todavía más, a acrecentar el interés de los fans. Sin embargo, lo suyo es una existencia tranquila. Para colmo, las exigencias de su profesión y esa afición a viajar le hacen imposible mantener relaciones sentimentales duraderas, como él mismo confesaba.
Ahora, Travis Fimmel se encuentra regalándonos su talento con Raised by Wolves, una serie que nos ha ofrecido dos temporadas brutales. Después de eso, el destino del actor será tan enigmático como suele ocurrir. Todo un personaje.