La Carretera (2009): Asombroso encontrar tanta rabia en pasos tan lentos. La adaptación de la sensacional novela de Cormac McCarthy nos presenta un mundo desolado y se convierte en la obra más desasosegante que hemos visto en mucho tiempo. No deja de sorprendernos el olvido en el que ha terminado cayendo esta tormenta emocional que reduce la condición humana a cenizas, polvo y escombros.
Apocalypto (2006): El mundo se divide entre los que piensan que Mel Gibson es un gañan y los que creen que es un visionario. Nosotros somos de los segundos. En un tiempo en el que todo parece estar inventado en el cine, el actor y director nos sorprendía con una sensacional película ambientada en un tiempo y con unos protagonistas de lo menos usuales. La lucha por salvar la vida de un tipo con poco de héroe nos conquista con su peculiar dosis de realismo desconocido.
Open Range (2003): Con el lastre (injusto) de “Waterworld” y (justo) de “Mensajero del Futuro”, Kevin Costner se lanzaba al western más puro en unos tiempos en los que el género parecía olvidado. Clasicismo puro de la mano de Robert Duvall y el propio Costner con una película que habría firmado el mismísimo John Ford, pero que cayó en un tiempo equivocado y que sufrió los prejuicios hacia ese grande del cine llamado Kevin Costner que muchos se han empeñado en defenestrar.
Jurassic World (2015): Son pocas las semanas que lleva en los cines y ya es una de las películas más taquilleras de todos los tiempos. Eso no ha impedido que muchos espectadores y críticos salgan de la sala de cine avergonzados por lo mucho que han disfrutado. Llama la atención que pocos se hayan dado cuenta de que la más pura esencia del cine recorre las venas de “Jurassic World”. La cinta de Colin Trevorrow muestra el mismo espíritu que aquellas películas de los 80 que hoy nos enamoran. ¿Alguien se atrevería a cuestionar “Los Goonies”, “Regreso al Futuro” o “Los Cazafantasmas”? Pues “Jurassic World” es lo mismo: Cine con mayúsculas.