El veterano teniente Somerset (Morgan Freeman), del departamento de homicidios, está a punto de jubilarse y ser reemplazado por el ambicioso e impulsivo detective David Mills (Brad Pitt). Ambos tendrán que colaborar en la resolución de una serie de asesinatos cometidos por un psicópata que toma como base la relación de los siete pecados capitales: gula, pereza, soberbia, avaricia, envidia, lujuria e ira. Los cuerpos de las víctimas, sobre los que el asesino se ensaña de manera impúdica, se convertirán para los policías en un enigma que les obligará a viajar al horror y la barbarie más absoluta.
Seguramente la cinta de David Fincher pegue duro a cualquier edad, pero enfrentarse a la maldad de John Doe (Kevin Spacey) en etapas cinéfilas tempranas puede marcar irremediablemente. A pesar de la inocencia, la infancia confiere a la mente un amplio catálogo de originalidad que puede ser transformada en crueldad por el incierto contenido de una simple caja. Seven es una de las grandes obras maestras del cine y su final nos ofrece una escena de las que no se olvidan.