Algo tiene los zombies que nos encantan. Dentro del terror, el subgénero siempre ha gozado de muy buena salud. De hecho, tiene una base fan propia que convierte en un éxito cualquier apuesta moderadamente decente. Eso sí, mucho más que decente es esa joya de 2005 titulada La tierra de los muertos vivientes, en la que nuestro adorado George A. Romero agrandaba su leyenda todavía más dentro del género.
Zack Snyder acababa de petarlo con Amanecer de los muertos, tomando como base el infinito legado de Romero. Y precisamente ese era el impulso que necesitaba el para lanzarse con una nueva obra del género. Una película sencillamente brutal.
En el mundo actual, los muertos vivientes ocupan una tierra desértica mientras intentan llevar una vida “normal” a las afueras de una ciudad fortificada. En el interior, un puñado de oportunistas sin escrúpulos ha construido una nueva sociedad a la que contemplan desde la altura de un rascacielos. Abajo, en las calles, la gente intenta sobrevivir. Fuera, el ejército de los muertos se acerca. Dentro, reina la anarquía. La supervivencia de la ciudad depende de un grupo de mercenarios contratados para defender a los vivos.
Simon Baker, John Leguizamo, Dennis Hopper y Asia Argento eran los grandes protagonistas de una película que venía a convertirse en nueva y sensacional pieza de la Saga de los Muertos de George A. Romero. Una cinta imprescindible que ya podemos disfrutar en el catálogo de Netflix.