Ella era una chica normal y por eso el público la amaba. La implacable industria cinematográfica ponía su mirada, allá por 1993, en una chica absolutamente encantadora. El exitoso videoclip de Aerosmith, Crying, sotuaba a una jovencita llamada Alicia Silverstone en lo más alto. Divertida, sensual, moderna y desenfadada, la actriz representaba todos los encantos de la década de los 90. Era la chica del momento gracias a un videoclip y a una canción. Todas las mujeres querían ser la la aguerrida chica del videoclip que marcaba tendencia. Casi podría decirse que con ella llegarón los 90. Alicia Silverstone molaba.
Pocas veces se había vivido un fenómeno similar con 4 simples minutos. Así llegaría el salto al cine, Veneno en la Piel, el videoclip de Crazy (modo “molar” activado de nuevo) y Fuera de Onda. America había elegido a su nueva novia y Columbia le ponía 10 millones de dólares sobre la mesa. El mundo era suyo. A esas alturas, nadie habría imaginado que tenían ante sus ojos a una de las estrellas más brillantes y fugaces de la historia.
Batman y Robin. Para cualquier cinéfilo, escuchar este título provoca un repentino escalofrío. La horripilante película tenía multitud de protagonistas, pero sólo se llevaba por delante la carrera de Alicia Silverstone. George Clooney, Arnold Schwarzenegger, Chris O´Donell, Una Thurman… todos sobrevivían al desastre, salvo Alicia Silverstone. La actriz no era lo peor de la película, sino una pieza más de las tantas que no funcionaban. Sin embargo, el público la tomaba con la intérprete. Su cambios de peso durante el rodaje provocaban que Batgirl fuese bautizada como “Fat-girl” en una indecente campaña por parte del público. Ni Exceso de Equipaje, ni Buscando a Eva lograban recuperar la carrera de una intérprete que, a sus 40 años, trata de recuperar el éxito con pobres proyectos y que se ha convertido en la triste sombra de lo que un día fue.