Las prometíamos muy felices, pero la cosa ha tornado en desastre. Esta misma semana llegaba a la parrilla de Netflix La escuela del bien y del mal, una divertida y ambiciosa adaptación de la novela de Soman Chainani que tenía toda la pinta de petarlo. Nada más lejos de la realidad. La comedia del genial Paul Feig (La boda de mi mejor amiga) ha conseguido de todo, menos despertar el interés del gran público.
Con semejante material de partida y un reparto liderado por nombres del calibre de Charlize Theron, Ben Kingsley, Michelle Yeoh y Laurence Fishburne parecía que Netflix iba a conseguir dar de nuevo en el clavo con La escuela del bien y del mal. Poco nos imaginábamos que más allá de la pomposa puesta en escena, solo íbamos a encontrar dos horas y media eternas y en las que nunca conseguimos conectar con una historia plagada de lugares comunes y demasiado aburrida para semejante inversión de tiempo.
Un puñado de secuencias visualmente arrolladoras y el buen hacer de actores sensacionales es lo único que salva del desastre absoluto La escuela del bien y del mal. Aún así, una película destinada a caer en el olvido más pronto que tarde.