Cuando hablamos de cine, resulta difícil ponerse de acuerdo a la hora de elaborar listas. Muchos son los criterios, filias y fobias que entran a formar parte de la ecuación. Nuestros gustos chocan de forma frontal en muchas ocasiones. Pero lo cierto es que hay trabajos y figuras del séptimo arte que se encuentran por encima de cualquier tipo opinión.
Billy Wilder, Alfred Hitchcock, Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, Clint Eastwood, Stanley Kubrick… El talento de todos ellos está fuera de cualquier discusión. Sus aportaciones al cine resultan absolutamente brillantes y seguro que sus nombres podrían encabezar la lista de mejores directores de la historia. Sin embargo, nosotros tenemos una clara predilección por un menudo tipo llamado Martin Scorsese.
Está a punto de llegar a nuestras vidas Killers of the Flower Moon, convirtiéndose en el vigésimo sexto largometraje de ficción en la carrera del bueno de Marty. Demasiadas obras maestras para una lista que sigue engordando. A sus 80 años, También ha tenido tiempo para ponerse al frente de una docena de documentales y series brillantes. Todo el mundo adora y respeta a Scorsese. Películas como Toro Salvaje, Taxi Driver o Uno de los nuestros resultan obras imprescindibles dentro de la historia del cine. Pero hay un factor determinante que nos lleva a considerar que estamos ante el gran director de la historia del cine, y ese es la constancia de su trabajo.
Claro que hay directores que han firmado películas al nivel (o superiores) a las de Scorsese, pero nadie puede presumir de llevar cuarenta años enlazando joya tras joya. A excepción de finales de los 90 con Kundun y Al límite, resulta imposible encontrar algún tipo de bajón en sus trabajos. Casino, La edad de la inocencia, La última tentación de cristo, ¡Jo, qué noche!, El Color del Dinero, Malas Calles… Todas ellas forman la parte más clásica de la filmografía de un director que, en los últimos catorce años, nos ha ofrecido Gangs of New York, El Aviador, Infiltrados, Shutter Island, La Invención de Hugo y El Lobo de Wall Street.
No hay hastío, ni relajación en el talento y el buen hacer de nuestro queridísimo Martin Scorsese. Mientras otros pasan malas rachas, él sigue a lo suyo: Hacer cine del bueno. Por eso, el viejo Marty es el mejor.